Descubre cómo tu día a día influye en lo que consumes en el mundo digital y por qué las marcas deben contar historias auténticas.

¿Alguna vez has pensado que cada foto que tomas, cada historia que compartes o cada producto que recomiendas forma parte de tu historia diaria? Sin darnos cuenta, estamos haciendo storytelling todo el tiempo: construimos una narrativa con cada clic, con cada elección digital que refleja quiénes somos y cómo vivimos.
Nuestras rutinas influyen en lo que consumimos, en lo que buscamos y en las marcas con las que conectamos. En el fondo, cada decisión online es un fragmento de nuestra identidad. Sigue leyendo y descubre cómo lo que vivimos día a día moldea nuestro consumo digital y cómo las marcas pueden formar parte de esa narrativa que creamos sin darnos cuenta.
Cada mañana, cuando nos levantamos y seguimos esa rutina casi en piloto automático (revisar notificaciones, ver historias, checar noticias), algo empieza a ocurrir: nuestro comportamiento digital se va configurando, muchas veces sin que lo notemos.
Por ejemplo, llegas al desayuno y recuerdas un anuncio que viste anoche. Ese recordatorio —esa “señal”— es precisamente el punto donde comienza la influencia: tu cerebro detecta un estímulo (una notificación, una imagen en redes, un banner) y se prepara para reaccionar.
Esto recuerda al ciclo del hábito dónde señal, rutina, recompensa forman patrones automáticos que refuerzan tus hábitos digitales. Así, poco a poco, adoptamos pautas de navegación, de comparación, de consumo, sin pensarlo mucho —hacemos “clic” casi instintivamente.
Cuando ves una publicación que te habla justo de lo que sentías ayer, cuando escuchas una canción que te conecta con un momento particular, ahí entra el marketing emocional. Las marcas que entienden que tu día a día está lleno de emociones —logros, frustraciones, pequeñas alegrías— pueden posicionarse en ese espacio íntimo.
Esta estrategia de humanizar la narrativa de las marcas, deja de ser una tendencia para convertirse en un punto a revisar en las reuniones con el equipo de marketing. Si te interesa seguir leyendo sobre humanizar las narrativas como la nueva supervivencia de la era digital, te recomendamos este blog ¿Tendencia o supervivencia? Humanizar tus campañas para vender más
Nosotros, como consumidores, respondemos cuando vemos una historia que “me entiende”. Aquí empieza a funcionar el storytelling de marca: esas narrativas que no son “publicidad dura”, sino relatos sutiles que se vinculan con lo que tú experimentas en tu rutina diaria, con tus deseos, tus miedos, tus aspiraciones.
No es solo el qué compramos, sino cuándo y por qué lo compramos. Tus hábitos de consumo online —ese scroll matutino, esa lista de deseos, esas comparaciones entre productos— se van construyendo con base en cómo te sientes, qué estás viviendo, qué historias te han resonado.
Por eso muchas veces compras algo que ni siquiera planeabas: apareció en el momento justo, con el mensaje correcto, con la emoción adecuada. Ese instante de conexión entre lo que viviste ayer y lo que ves hoy es donde la narración cobra fuerza.
Cada vez que compartes una foto, una historia o una opinión sobre algo que compraste o probaste, estás contando una parte de ti. Lo que consumimos se vuelve parte de nuestra narrativa personal: refleja cómo vivimos, qué sentimos y qué queremos proyectar.
Sin darnos cuenta, narramos nuestras elecciones. Desde el café que elegimos cada mañana hasta la app que usamos para organizar el día, todo comunica algo sobre nuestro estilo de vida. Y ahí entra la magia del storytelling de marca: las marcas que logran conectar con esas emociones y hábitos cotidianos se vuelven parte de nuestra historia digital.
Nosotros no solo seguimos tendencias; reinterpretamos lo que consumimos y le damos un sentido propio. Esa conexión con el consumidor se construye cuando sentimos que una marca entiende nuestras rutinas, nuestras emociones y la forma en que queremos mostrarnos al mundo.
Si las marcas también cuentan historias, ¿qué historia está contando la tuya?
En Advant, te ayudamos a construir una estrategia de marketing que conecte con las emociones, los hábitos y la vida real de tus clientes. Hablemos de cómo hacerlo posible.